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Memoria y resistencia: 105 aniversario del SME

“La sal
no son los individuos que la componen
sino la tribu solidaria.
Sin ella
cada partícula sería como un fragmento de nada,
disuelta en algún hoyo negro impensable”.
– José Emilio Pacheco

sme105añosUn sindicato es la libre organización de hombres y mujeres trabajadoras para defender sus derechos y lograr salir mejor librados de la relación obrero-patronal o, lo que es lo mismo, de la contradicción capital-trabajo que se encuentra permanentemente en disputa. Pero contiene también -o por eso- la potencialidad de ser escuela donde trabajar en colectivo y relacionarnos con objetivos comunes, donde resignificar la democracia y el conflicto. En nuestro país, la lucha del sindicalismo auténtico (ese que no está subordinado a un partido, a los patrones o al Estado) ha sido una verdadera odisea.

El pasado 14 de diciembre de 2019 se cumplieron 105 años de la fundación del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), que es uno de esos ejemplos a cuenta gotas de sindicalismo independiente y, como bien se ha señalado durante esta década marcada por la resistencia, el mejor homenaje de los compañeros y compañeras a sus padres fundadores ha sido el de mantener, contra viento y marea (contra propios y extraños), la existencia de su organización. Porque no sólo estamos hablando de uno de los sindicatos más longevos de nuestro país, ubicado en una de las áreas estratégicas de la economía (y por lo tanto, más susceptible a los intentos de control estatal), sino de un caso excepcional de reivindicación, en los hechos, del carácter solidario, democrático y autónomo por el que lucha el conjunto de la clase obrera.

Y es que el SME lleva una marca de nacimiento. Surgido al calor del movimiento revolucionario de 1910-17, en los mismos días en que los ejércitos zapatista y villista tomaban la Ciudad de México, los electricistas son la expresión misma de cómo amplias capas de trabajadores del campo y la ciudad, en un contexto de radicalización social, se lanzaron no sólo a combatir para uno u otro bando, sino a la conquista de mejores condiciones de vida. Resulta imposible entonces no evocar en estas líneas a personajes como Luis R. Ochoa, Ernesto Velasco, Francisco Breña Alvirez o Manuel Paulín Ortiz, entre otros; o la negativa del sindicato de formar parte de los “batallones rojos” carrancistas que enfrentaban a obreros y campesinos, abriendo, desde sus primeros años, el camino de la independencia y autonomía respecto al gobierno; o la huelga del 16 y la del 36, siendo en la primera objeto de una brutal represión y plasmando su victoria en la segunda por medio de la firma del que hasta el decreto inconstitucional de 2009 se mantendría como uno de los más avanzados Contratos Colectivos de Trabajo en el país. La lucha de clases lejos está de ser lineal, mecánica, por lo que ninguna organización es ajena a las contradicciones y batallas internas; reconocer que en nuestra herencia existen las traiciones, los errores y la disputa de distintos proyectos nos permite sacar las lecciones pertinentes para los retos presentes y futuros. En ese sentido hay que entender que también en la historia del SME pueden encontrarse claroscuros, como fueron aquellos años de anquilosamiento burocrático de inicios de los 40 que culminaron gracias al movimiento de Verónica; o el espaldarazo que se dio durante la llamada “insurgencia obrera” de los años 70 a la Tendencia Democrática de los trabajadores de la CFE que buscaban crear un solo sindicato para combatir el charrismo del SUTERM; o la subordinación al salinismo por parte de dirigentes como Jorge Sánchez, posteriormente expulsado del sindicato. Pero es precisamente por aquellas y aquellos electricistas que en los distintos periodos combatieron por su organización, por su gremio y por su clase, que podemos hablar de la existencia de un SME profundo que ha salido avante de cada una de las circunstancias por las que ha tenido que atravesar hasta llegar al día de hoy como uno de los pilares en la defensa de la industria eléctrica, de las libertades democráticas y de los derechos laborales, todo desde la vereda de la más admirable solidaridad de clase, incluso en sus momentos más difíciles. Por eso el SME respaldó el movimiento estudiantil y popular de 1968, o la huelga universitaria de 1999-2000. Por eso sus trabajadores comprendieron su papel en la sociedad y actuaron en momentos de desastre como los temblores de 1985 y 2017. Por eso su sede sindical no sólo ha recibido a innumerable cantidad de personajes del arte, la cultura y la política nacional e internacional, mencionemos tan sólo la reciente visita de Evo Morales, sino que ha sido testigo de la preparación de múltiples jornadas de lucha, de la realización de foros, asambleas, congresos y encuentros de los más diversos movimientos sociales.

A 105 años de su fundación, las condiciones para las y los trabajadores mexicanos vuelven a ser increíblemente adversas. La desaparición de Luz y Fuerza del Centro por parte del narco-gobierno de Felipe Calderón, que significó el despido de los 44 mil electricistas y la incertidumbre para los 22 mil jubilados, abrió la puerta a la imposición de las reformas laboral y energética que han precarizado aún más la vida de millones de personas y entregado los recursos de nuestra nación para el lucro de las grandes trasnacionales, a costa también de millones de usuarios. Pero incluso en esta situación, enfrentando al Estado en todas sus dimensiones (medios de comunicación, cuerpos represivos, poder judicial, gobiernos en turno de tres partidos diferentes, etc.), los smeitas siguen demostrando que sólo la lucha construye caminos. Esta generación de compañeros y compañeras que decidieron resistir han vuelto a colocar a su sindicato al centro de la vida política del México de abajo y tienen la posibilidad de innovar por completo las formas de resistir y de luchar por medio del tridente sindicato-cooperativa-movimiento social. De ahí la importancia de comprender, hacia afuera, que el destino de los electricistas no es exclusivo del gremio, es el porvenir de todos los trabajadores y trabajadoras, y hacia dentro, que hablar de resistencia hoy no se limita a aguantar, sino a forjar lo nuevo: ¿Qué papel tienen entonces proyectos como el de la ANUEE, la Nueva Central de Trabajadores o la Organización Política del Pueblo y los Trabajadores? ¿Cómo consolidar una cooperativa fuertemente anclada en relaciones horizontales, de autogestión y colectividad? ¿Cómo contribuir a cambiar de raíz las condiciones que permitieron el golpe al SME? Son reflexiones urgentes. Lo que es un hecho es que ese puño izquierdo en alto, ese simbólico puño que tantas veces ha inundado las principales arterias de la capital del país, aún tiene mucha historia por escribir.

SME: La defensa de la autonomía y la democracia sindical

SME: La defensa de la autonomía y la democracia sindical

Una de las banderas que discursivamente ha levantado el gobierno de la llamada “4T” ha sido la de la libertad y democracia sindical. En septiembre de 2018 el Senado ratificó el Convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y la nueva reforma laboral, aún con sus serias limitaciones y contradicciones al ser producto de la presión del Congreso estadounidense para acelerar la firma de un nuevo TLCAN, contiene aspectos con los que se nos dice estar avanzando en esa dirección. Sin embargo, llama la atención -o, no tanto- que igualmente desde instancias de gobierno han sido recurrentes los ataques y falsos señalamientos contra uno de los principales referentes del sindicalismo independiente en nuestro país; el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).

Tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador como Manuel Bartlett, titular de CFE, han referido a un “antiguo” carácter democrático de los electricistas, así como a explicaciones, por decir lo menos, desinformadas respecto a la situación que guarda la resistencia, aludiendo incluso a un supuesto fin del sindicato y a su conversión en una empresa privada. Resulta necesario aclarar que cada uno de los logros del Mexicano de Electricistas, entiéndase la firma del contrato con la generadora Fénix, que mantiene la vigencia y existencia legal del sindicato, la conformación de la Cooperativa LF del Centro, que ha puesto a prueba la capacidad inventiva de los compañeros y compañeras y ha significado el complejo paso del esquema de relación obrero-patronal al de la autogestión cooperativista, o la creación de un Fondo de Previsión de los Trabajadores, herramienta económica para garantizar el acceso a un futuro y una vejez digna, han sido resultado de esa combatividad y férrea defensa de la dignidad, pero también de la intensa vida interna. Es decir que sin una constante discusión en las instancias del sindicato, sin el informe, la consulta y la toma de decisiones por parte de la mayoría de trabajadores y trabajadoras que se han mantenido hasta el final, sin una dirección que supiera leer en mayor o menor medida los estados de ánimo y el repertorio de acción colectiva con el que cuenta la organización, simplemente hubiera sido imposible llegar hasta este punto.

Cabe entonces preguntarnos si verdaderamente se trata de falta de información por parte de AMLO (¿en esos niveles de las esferas políticas?) o si lo que expresa es la animadversión hacia aquellas colectividades que, si bien pueden acompañar determinadas iniciativas, mantienen su independencia política, programática y organizativa, desplegando sus propias formas y ritmos de lucha. En este sentido, el caso del SME no es el único, sino que se ubica junto con los pueblos y comunidades que se oponen a los megaproyectos, a las organizaciones de la sociedad civil que denuncian la continuidad de un militarismo que sólo ha incrementado las cifras de homicidios, feminicidios y desapariciones forzadas, e incluso junto a un sector del magisterio democrático que no se conforma con la reforma de la reforma de EPN en materia educativa-laboral.

Es claro que una de las debilidades del nuevo gobierno, para quienes nos posicionamos del lado de las clases explotadas, es precisamente su difícil relación con los movimientos sociales y de trabajadores, queriéndolos acotar a los estrechos márgenes de la política institucional, buscando más una relación individualizada que colectiva y argumentando un beneficio nacional por encima del de particulares. Esto puede abrir grietas y espacios para el conflicto, no sólo por la negación de estas otredades que en los hechos se colocan a la izquierda de Morena y empujan transformaciones de mayor profundidad (que, por lo tanto, podrían ser punto de apoyo para ese sector más radicalizado de militantes y simpatizantes del partido en el poder), sino sobre todo porque sus políticas laborales y económicas se mantienen en la órbita del neoliberalismo, por lo que muchos de los problemas que enfrentamos seguirán ahí.

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En ese contexto, adquiere mayor relevancia lo que ocurre con el SME, pues expresa la necesidad de mantener la independencia frente a un gobierno que se declara popular y progresista, pero que comparte la peligrosa tendencia de gobiernos que en el sur del continente no apostaron por fortalecer (y respetar) esa autonomía de las organizaciones y movimientos sociales, lo que finalmente les ató de manos al momento de enfrentar la reacción de los grupos empresariales y pro-imperialistas más conservadores. Pero, además, porque los ataques no se han quedado ahí, en el mero discurso público, ya de por sí repudiable, sino que han envalentonado a grupos de exdirigentes y extrabajadores a redoblar la presión interna, así como a un sector que siendo parte de los 16,599 compañeros y compañeras que han resistido, se han pronunciado inconformes o abiertamente contrarios al rumbo de las negociaciones y de lo hasta ahora conseguido.

Tiempo de elecciones: Sólo la resistencia puede marcar el rumbo

Lo primero que hay que decir es que la existencia de opiniones diversas y hasta confrontadas jamás debe ser considerado como algo negativo. Y el que esto se manifieste con mayor fuerza cuando hay procesos electorales (en las instancias que sean) es perfectamente entendible, puesto que son momentos de gran agitación. El propio sindicato, con una historia de más de cien años, ha permitido en todo momento la existencia de grupos políticos internos y la presentación de diversas planillas, siempre y cuando se mantengan en cabal cumplimiento del marco estatutario y de las decisiones tomadas en la Asamblea General. Sin embargo, lo que está ocurriendo en este momento dentro del SME va más allá de una simple contienda electoral, tanto por los actores como por lo que está en juego.

Como se ha señalado líneas arriba, existen grupos de exdirigentes y extrabajadores, muchos de los cuales no pertenecen más al SME, que imaginan una suerte de respaldo por parte del gobierno para «recuperar» al sindicato. En la misma ruta aparecen quienes  habiendo violentado acuerdos de asamblea, claman que «¡para todos, todo!», abriendo camino a quienes luego del decreto inconstitucional de 2009, tomaron la decisión de liquidarse. Seamos claros, el Estado tiene una deuda con los 44 mil trabajadores y sus familias, pero no el SME. Los frutos de la resistencia son para la resistencia. Por otro lado, es cierto, la reinserción laboral sigue sin concluir, por lo que es por demás legítima la exigencia de trabajo para todas y todos y la desesperación que ha traído consigo, pero tampoco esto se trata de simple voluntad. El despojo del trabajo ocurrió en octubre de 2009 y se consolidó en enero de 2013. Desde entonces, por medio de la lucha política, volvieron a abrirse una serie de negociaciones que se encontraban ya en un contexto distinto; en el de la imposición de las reformas laboral y energética. Habrá quienes consideren que el sindicato no tendría que haber buscado acuerdos en dicho marco (el único existente, por ahora), sin embargo, el conflicto está atravesado por la lucha de clases y, así como para el Estado en su papel de representante de los intereses de los grandes capitales resultaba necesario desaparecer al sindicato para hacer pasar dichas reformas, la ruta para la solución al conflicto hay que entenderla como un aprovechamiento de resquicios para arrancarle espacios a esos que, a pesar de la resistencia smeita, tienen décadas apoderándose de los bienes de nuestra nación.

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Estas condiciones excepcionales en las que se encuentra el sindicato son las que colocan a la planilla oficial como continuidad del proceso de negociación -puesto a consideración de la base en cada ejercicio asambleario- y del desarrollo de los proyectos productivos por medio de los cuales se van recuperando, de manera paulatina y no sin tensiones, las fuentes de trabajo que les fueron arrebatadas. Por supuesto que no existe un pensamiento homogéneo dentro de la base, ni un mismo nivel de compromiso o de politización, como tampoco es que el apoyo a la dirección carezca de matices, dudas o contradicciones. Ninguna lucha es así. Sin embargo, la oposición que se presenta en estas elecciones como «democratizadora», sí recupera las formas de aquellos personeros que por medio del esquirolaje brindaron al gobierno de Felipe Calderón argumentos para intervenir la vida interna de la organización, buscando desconocer a la dirección del sindicato y dejando vía libre para el golpe. En voz de propios compañeros, aquel acto de desestabilización fue la primera ocasión en que un conflicto interno era llevado a instancias gubernamentales, tal y como han intentado hacer en esta nueva elección. La discusión entonces no es simplemente acerca de si se presentan a competir o no planillas contrarias a la oficial, sino qué intereses y proyectos están detrás, cómo entiende cada uno de ellos la relación entre el sindicato y el gobierno, qué camino se ofrece cuando, efectivamente, la solución del conflicto no ha llegado a su fin. En ese sentido, el llamado a cerrar filas por parte de las y los compañeros es un llamado a defender lo que ha sido construido por la resistencia, a continuar el debate, sí, acerca del rumbo por el que hay que andar, a corregir lo que sea necesario corregir, a identificar actitudes internas contrarias a los intereses de clase, pero partiendo de que sólo la resistencia tiene el derecho de llevar a cabo todo esto.

La lucha del Sindicato Mexicano de Electricistas es uno de los capítulos más complejos de la historia de la clase trabajadora no sólo en el país, sino en el mundo. En ella hemos visto de la manera más cruda el desprecio que los grandes capitales y sus gobiernos tienen hacia las y los obreros, pero también un gigantesco ejemplo de digna rebeldía que en las más difíciles condiciones viene construyendo sus propias victorias. Continuar en la defensa del derecho al trabajo, mantener la autonomía y la democracia interna, así como fortalecer las múltiples iniciativas tanto productivas como fundamentalmente de lucha política y popular que se tienen, es tarea de todos y cada uno de los compañeros y compañeras electricistas que en estos casi diez años han garantizado que el sindicato más longevo de nuestro país siga con vida.

¡Viva el Sindicato Mexicano de Electricistas!

DESPLEGADO DEL SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS (SME)

DESPLEGADO DEL SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS (SME)

Al Gobierno de la República.
A la opinión pública.
Al movimiento popular independiente.
Al movimiento obrero nacional e internacional.

¡EL SME VIVE, VIVA EL SME!

En un momento en el que se delinea el futuro inmediato del sector energético y en el ánimo de informar al gobierno federal y a la opinión pública acerca de la verdadera situación que guarda nuestra organización queremos hacer las siguientes aclaraciones.
1. Es cierto, como señaló el Presidente de la República el pasado 15 de enero, que los neoliberales nos golpearon con saña, pero no por eso nos quebraron, ni destruyeron. El SME está de pie porque 16,599 trabajadoras y trabajadores, de los 44 mil despedidos de Luz y Fuerza de Centro (LyFC), no se rindieron; resistieron por años apoyándose en el invaluable respaldo económico y moral de miles de compañeros jubilados de esa empresa pública.

2. Actualmente, el SME está debidamente constituido, cuenta con personalidad jurídica, conserva su registro nacional de industria y todos los miembros de su Comité Central y Comisiones Autónomas, que fueron electos por voto directo y secreto, cuentan con su respectiva toma de nota.

3. El Sindicato Mexicano de Electricistas no fue, es y seguirá siendo un sindicato ejemplarmente democrático. Hasta la fecha nuestra organización se conduce por sus acuerdos de Asamblea General y norma su vida democrática con base a sus propios estatutos y principios históricos con los que ha cumplido ya 104 años de existencia.

4. Nos resulta paradójico que en medio de la ratificación del Convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) por el Senado de la República y en vísperas de una reforma laboral que pretende reafirmar la vigencia de la libertad y la democracia sindical, como lo marca también el Convenio 87 de la OIT, se intente desde el Estado, desconocer la existencia plena del sindicato e intervenir en su vida interna. Ello significaría una violación flagrante a nuestra libertad y autonomía sindical.

5. Tras el decreto de extinción del 11 de octubre de 2009, el SME dirigido por el C. Martín Esparza Flores desplegó la defensa jurídica de todos sus agremiados, es decir de los 44 mil trabajadores de LyFC; demandó la inconstitucionalidad del decreto de extinción de Felipe Calderón y promovió un amparo en contra del laudo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA) que daba por terminada la vigencia de nuestro Contrato Colectivo de Trabajo.

6. A pesar de ello, entre finales de 2009 y principios de 2010, más de 28 mil trabajadores de LyFC decidieron renunciar a la protección del SME, desistiéndose de las demandas interpuestas por el sindicato, acudiendo a cobrar sus liquidaciones. A partir de ese momento, estos compañeros dejaron de hacer vida sindical. La resistencia recayó entonces en los 16 599 trabajadores y trabajadoras que, conforme al acuerdo de la Asamblea General del 11 de octubre de 2009, decidimos luchar por la derogación del decreto de extinción y en contra de la disolución forzada de nuestro sindicato.

7. La lucha continuó por años. Paralelamente al desarrollo de nuestra defensa jurídica, desplegamos una intensa actividad política que nos mantuvo con vida. Marchas, plantones, caravanas, históricas huelgas de hambre, mítines, asambleas masivas, foros y demás acciones de protesta dieron cuenta de nuestra tenacidad para no sucumbir. Al mismo tiempo, construimos nuevos instrumentos de lucha y recibimos la solidaridad de innumerables organizaciones sociales nacionales e internacionales que vieron en nuestro movimiento una ejemplar resistencia obrera al neoliberalismo.

8. Luego de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) convalidara el decreto de extinción de Felipe Calderón el 5 de Julio de 2010, iniciamos la lucha por la sustitución patronal en Comisión Federal de Electricidad (CFE). En septiembre de 2012, el Segundo Tribunal Colegiado de Circuito en Materia Laboral nos otorgó el derecho a la sustitución patronal en CFE restituyendo la vigencia de nuestro Contrato Colectivo de Trabajo y condenando al gobierno a nuestra reinstalación en CFE; esta sentencia, a petición de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto fue indebidamente revocada el 30 de enero de 2013 por la SCJN que ratificó el laudo de la JFCA que cancelaba la vigencia de nuestro Contrato Colectivo y nos condenaba al cobro obligatorio de nuestras indemnizaciones en un plazo perentorio. Sobra decir que no fuimos a liquidarnos. Nuestra Asamblea General del 4 de febrero del 2013 acordó desacatar la sentencia de la SCJN e intensificar nuestras movilizaciones en la búsqueda de una solución política al conflicto. La revocación de la sentencia del Segundo Tribunal Colegiado fue un acto ilegal de los ministros de la corte, una injusticia en contra de los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas que debe y puede ser reparada con la sustitución patronal.

9. Nos preocupa que el ejecutivo federal haya llamado a los electricistas a “unificarse” entorno a los “antiguos dirigentes” de nuestra organización. Los exdirigentes que publicaron el desplegado del día 31 de enero en el periódico La Jornada carecen de legitimidad para representar a los trabajadores y calidad moral para ponerse al frente. En 2009 formaron parte de la coalición electoral patrocinada por Javier Lozano y Felipe Calderón que impulsó la candidatura de Alejandro Muñoz a la Secretaría General. Todos ellos dejaron de hacer vida sindical, desde que en el 2009 rompieron con los acuerdos de nuestra Asamblea General, llamando a los trabajadores a cobrar sus liquidaciones y a subastar el patrimonio sindical del SME, aceptando de facto la disolución forzada de nuestra organización.

10. Eso explica el porque estos exdirigentes nunca actuaron jurídicamente en contra del decreto de extinción y el laudo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje que canceló nuestro Contrato Colectivo de Trabajo. Explica también el porque en nueve años de resistencia nunca aparecieron como parte de nuestro movimiento.

11. Ahora, envalentonados por lo que suponen es un espaldarazo de la presidencia, han desatado una violenta campaña de odio en contra de quienes resistimos amenazando con agredir a nuestros compañeros y dirigentes. Documentaremos a las autoridades de ello haciéndolos responsables de cualquier agresión violenta hacia nuestras personas y patrimonio. Más que estar auténticamente interesados en resolver el problema del trabajo de los electricistas agraviados están pensando en cómo tomar por asalto al sindicato. Dicen ellos que para “restaurar la democracia”; en realidad lo que les ánima es cómo repartirse lo que la digna resistencia electricista logró con tantos sacrificios. En este sentido, alertamos al conjunto del movimiento popular democrático de que se puede estar configurando un nuevo golpe al SME.

12. Resulta curioso que mientras los dirigentes charros del SUTERM, quienes durante más de 30 años acompañaron dócilmente el proceso de privatización del sector, gozan de buena salud política a nosotros se nos acuse de corrupción por haberle arrancado al gobierno de Peña Nieto importantes acuerdos para la reinserción laboral de nuestros compañeros. No hay tal corrupción, los términos de la negociación con el SME fueron revisados y avalados por la Auditoria Superior de la Federación. Sus observaciones tienen que ver más con el incumplimiento por parte del gobierno saliente que con un cuestionamiento de fondo. No hay nada ilegal en ella. Por esa razón, demandamos institucionalmente el cumplimiento de esos acuerdos.

13. Tras sobrevivir al ataque neoliberal, estamos impulsando emprendimientos económicos que nos han permitido, en medio de grandes dificultades, avanzar en la reinserción laborar de nuestros agremiados: la generadora FENIX, la Cooperativa LF del Centro y la Suministradora Básica del Centro. Impulsar estos proyectos económicos no constituye un delito.

14. Queremos ser claros, el SME se pronuncia por la restitución de los derechos humanos y laborales de todos los trabajadores de Luz y Fuerza del Centro que fueron agraviados por el decreto de extinción de Felipe Calderón. Si el nuevo gobierno tiene una propuesta de como lograr este objetivo podemos trabajar juntos en ello. Debe saberse que el SME está listo al llamado a la renacionalización de la industria eléctrica patrimonio de todos los mexicanos. Un buen principio sería echar abajo el decreto de extinción de LyFC promovido por el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, hoy consejero de Iberdrola, quien no solo contribuyó al saqueo de la CFE también extinguió de manera ilegal a Luz y Fuerza del Centro.

15. Nosotros estamos dispuestos a construir alternativas en un verdadero marco de unidad que pasa por reconocer la vigencia de nuestra organización sindical, el respeto de su autonomía y el reconocimiento de sus legítimos emprendimientos económicos logrados con la lucha. Reiteramos, el SME está dispuesto a contribuir al rescate de la soberanía energética del país, a ser pilar de la economía social y del mismo sector público. Tenemos propuestas y proyectos viables al respecto.

Por último, queremos hacer pública nuestra petición de audiencia al Sr. Presidente, a la Secretaría de Gobernación y la Secretaría del Trabajo a quiénes le solicitamos iniciar reuniones de trabajo para retomar el cumplimiento de los acuerdos, ampliarles la información y presentarle nuestras propuestas para la solución definitiva del conflicto.

¡¡CUMPLIMIENTO DE LOS ACUERDOS CON EL SME!!

¡¡RESPETO A NUESTRA AUTONOMÍA Y LIBERTAD SINDICAL!!

“Por el Derecho y la Justicia del Trabajador”

ASAMBLEA GENERAL
DEL SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS
del 12 de febrero de 2019.

Responsable de la publicación: José Humberto Montes de Oca Luna.
Secretario del Exterior.

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Para el camarada Vázquez: «Los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos.»

 

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“Hay que reivindicar a los nuestros”, insistía cuando venían a su memoria tantos camaradas, no importa de qué tiempo o geografía, que anduvieron esta senda por la que hoy transitamos nosotros. A partir de ahora, tocará también reivindicarle en el trabajo diario que hacemos para vivir en una sociedad sin ningún tipo de explotación u opresión.

José Manuel Pérez Vázquez (06/11/1955 – 31/08/2018) fue sin duda uno de los llamados “imprescindibles” por el poeta Bertolt Brecht -a quien admiraba junto a una larga lista de personajes que contribuyeron desde el arte y la poesía a las luchas revolucionarias-. Dedicó su vida entera a la militancia, participando en el movimiento estudiantil y como profesor en la preparatoria popular Tacuba, para posteriormente incorporarse al movimiento obrero, destacando como uno de los cuadros más avanzados del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), promoviendo múltiples iniciativas para contribuir a la defensa no sólo de las condiciones laborales del sindicato, sino de los derechos y recursos de las y los trabajadores y de la nación.

Su incuestionable capacidad de análisis, de mantenerse firme en las posiciones de clase sin caer en el ultra-izquierdismo sectario, su siempre activa solidaridad, su dedicación a la formación de nuevos cuadros militantes y su terca convicción no sólo en la posibilidad de construir un mundo distinto, sino en que, citando a Pablo Neruda, “ganaremos nosotros, los más sencillos ganaremos…” quedarán como legado para esta y las próximas generaciones. Pero por sobre todas las cosas, quedará esa calidez y transparencia de ser humano que le caracterizaba tras una apariencia más bien fría y reservada, la tremenda sensibilidad desbordada ante cualquier injusticia y su total y permanente entrega al colectivo porque, como Roque, el poeta salvadoreño, entendía bien que sus venas no terminaban en él, «sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida».

Habrá entonces que redoblar los esfuerzos para forjar la unidad entre las y los trabajadores que tanto insistió en tejer, en “tejer fino”, así como en el fortalecimiento de los distintos instrumentos que sirvan para la emancipación de nuestra clase pues su última etapa la dedicó a la construcción de la Organización Política del Pueblo y los Trabajadores (OPT).

Septiembre de 2018

Los logros y los retos de la resistencia, a nueve años de la ilegal extinción de LyFC

Los logros y los retos de la resistencia, a nueve años de la ilegal extinción de LyFC

¿Cuál es el balance de nuestro movimiento? ¿Qué hemos alcanzado y qué nos falta por hacer?
Horas después de que el ejército y la policía tomaran con violencia nuestros centros de trabajo y de que el expresidente espurio Felipe Calderón decretara la extinción de Luz y Fuerza del Centro se realizó en el SME la Asamblea General del 11 de Octubre de 2009 que de manera unánime nos mandató a no liquidarnos, a preservar la existencia de nuestra organización y a luchar sin descanso por el regreso al trabajo.
En el primer cálculo del gobierno, el SME no iba a poder superar la contundencia del golpe de mano. Los neoliberales pronosticaron la disolución forzada del SME. En palabras de Javier Lozano Alarcón solo faltaban los clavos de nuestro ataúd. ¿En qué basaron este supuesto?
• En la indefensión jurídica del sindicato que resultaba del desconocimiento legal de una parte de la dirección sindical del SME, principalmente de nuestro Secretario General.
• La labor de zapa de las corrientes políticas oportunistas que en la fase de la preparación del golpe dividieron a la organización y después del decreto de extinción: llamaron a los trabajadores a cobrar su liquidación, convocaron a la disolución del sindicato y a la liquidación y reparto de sus bienes. El gobierno contó con la colaboración de algunos exdirigentes que traicionaron a nuestra organización.
• La estrategia del engaño del gobierno federal que ofreció un bono extraordinario en las liquidaciones, 10 mil ingresos en CFE, la creación de PIMES, créditos, capacitación en servicios y changarros a los primeros trabajadores que se fueran a liquidar.
• La campaña de linchamiento en los medios de comunicación que avaló la extinción de Luz y Fuerza, aisló socialmente nuestra lucha y generó un estado de shock en nuestras filas.
• La confabulación del Estado Mexicano que articuló el cierre de cualquier vía política, jurídica o legislativa que revirtiera el decreto de extinción. Jueces, magistrados, ministros, partidos políticos, diputados y senadores, con sus honrosas excepciones, hicieron mancuerna para cancelar esa opción.
• La criminalización y represión en contra de nuestro movimiento, que se tradujo en el encarcelamiento de decenas de compañeros y la judicialización de activistas y dirigentes de nuestra organización.
• El desgaste del movimiento y el apremio económico de los trabajadores.
Los estrategas del gobierno apostaron a la suma de estos factores para derrotar al SME.
Sin embargo, el SME tuvo la capacidad política y la fortaleza de clase para remontar una situación, a todas luces adversa, gracias a la resistencia de 16 599 compañeros y compañeras que resistieron de día y de noche, durante las interminables jornadas de lucha que caracterizaron a nuestro movimiento: marchas, platones, huelgas de hambres, caravanas, tomas de carreteras y edificios públicos, ocupación de centros de trabajo, etc.
Si el objetivo estratégico de los neoliberales era acabar con el SME hoy podemos decir a nueve años de distancia que fracasaron rotundamente. Esta es la principal victoria política de nuestro movimiento.
En el plano económico y social, a diferencia de los compañeros que se liquidaron, nosotros logramos:
• El reconocimiento legal de nuestra dirección sindical democrática y legítimamente electa que actualmente cuenta con su respectiva toma de nota.
• La liberación de nuestros 11 presos políticos.
• La pensión vitalicia para 996 trabajadores con 23 años de servicio en LyFC. Actualmente, por incumplimiento del gobierno de EPN, está pendiente el pago del 50% de su liquidación.
• La concesión por 30 años para el uso y explotación de 14 plantas hidroeléctricas de LyFC que ya están dando sus primeros frutos económicos. Las utilidades de la Generadora FENIX se destinarán a la integración y consolidación del fondo de previsión social (FIDETRAB) en beneficio de las y los compañeros en resistencia y sus familias.
• Esta pendiente la entrega de un paquete de 1700 MW para construir dos plantas de ciclo combinado en lo que antes fue la Termoeléctrica Jorge Luque. Este acuerdo no se ha cumplido por el gobierno y es una de nuestras principales demandas en la mesa de trabajo con la SEGOB y la SENER.
• La entrega en propiedad al SME de las fábricas y talleres que integran el patrimonio de nuestra Sociedad Cooperativa LF del Centro, entre otros centros de trabajo, el Taller de Estructuras Xochinahuac, la Fábrica de Postes de Vicente Guerrero, Estructuras Tacuba, Taller Automotriz y Transportes de Aragón, Puerta de Hierro y la Fabrica de Postes de Cuatro Caminos. Además de un conjunto de oficinas del área comercial destacando el edificio de Juárez 90.
• Cobramos nuestras indemnizaciones al 100% calculadas conforme al CCT, alcanzamos un crédito fiscal equivalente al pago del Impuesto Sobre la Renta (ISR) y logramos la condonación de nuestros adeudos personales de corto plazo y de los créditos de vivienda del programa habitacional de LyFC. Más de 4000 compañeros se vieron beneficiados con la entrega de sus escrituras.
• Contribuimos a la construcción de la Asamblea Nacional de Usuarios de la Energía Eléctrica (ANUEE), la Nueva Central de Trabajadores (NCT), la Organización Política del Pueblo y los Trabajadores (OPT) y así mismo, reactivamos la Confederación de Jubilados, Pensionados y Adultos Mayores de la República Mexicana, convirtiendo al SME en un referente de lucha a nivel nacional e internacional.
• Gradualmente se esta procesando la reinserción laboral de los compañeros en resistencia a través de la los proyectos de FENIX y el desarrollo y consolidación de la Cooperativa LF del Centro. A este proceso integraremos la línea de expansión sindical para la recuperación de nuestra materia y zona de trabajo.
Los alcances de la última etapa de nuestro movimiento.
Después de que en enero de 2013, la Suprema Corte de Justicia de la Nación revirtiera la sentencia del Segundo Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo que obligaba a la CFE a otorgarnos la sustitución patronal, el movimiento se vio forzado a negociar una salida política al conflicto que, después de seis años de resistencia, mejorara las condiciones política y económicas en las que librábamos la resistencia, bajo la certeza de que hacia adelante el país tendría que cambiar y podrían presentarse nuevos escenario políticos que potenciaran nuestra lucha. Por eso es que al termino de la negociación subrayamos que nuestra victoria política era parcial y transitoria. Parcial porque recuperamos sólo una parte de los que nos fue despojado, es decir nos quedan a deber. Transitoria porque el neoliberalismo no es para siempre, porque el país no puede permanecer sojuzgado hasta el infinito, ni nosotros renunciar jamás a la lucha por la renacionalización de la industria eléctrica como la indispensable vía para recuperar la soberanía energética del país.
Actualmente, las condiciones políticas del país han cambiado y pueden contribuir al avance de nuestro movimiento. Como hemos dicho, el SME buscará un dialogo constructivo con el nuevo gobierno de AMLO para respaldar todas las iniciativas económicas y políticas públicas que beneficien a los trabajadores mexicanos y así mismo, le presentará sus propuestas de trabajo que contribuyan a la consoliden nuestros proyectos.
Los riesgo y los retos.
La transición del trabajo asalariado al trabajo cooperativista autogestivo encierra también sus riesgos. Tenemos que evitar la burocratización del proceso incentivando la participación democrática de todos los socios cooperativistas en la toma de decisiones. Para ello es necesario abrir espacios de discusión y fomentar la formación política y cooperativista de nuestros compañeros.
En cuanto a los retos, podemos decir que el principal reto que tiene nuestro movimiento de resistencia es el de la reinserción laboral de todos sus activos. El incumplimiento de varios acuerdos por parte del gobierno federal, las dificultades para insertarnos en el mercado, la discriminación económica de la que somos objeto en las licitaciones de obra pública y los problemas organizativos propios de nuestra integración como cooperativa-autogestiva dificultan y retardan la creación de un mayor numero de puestos de trabajo en LF del Centro. Nuestro reto es superar esta situación para acelerar la reinserción laboral de nuestros compañeros. La recuperación de nuestra zona y materia de trabajo mediante la línea de la expansión sindical puede contribuir cualitativamente a este proceso.
Otro reto es el de promover la democracia participativa de todos nuestros agremiados en la definición del rumbo de nuestra organización y sus proyectos económicos. Para ello, la dirección sindical y los órganos de gobierno de LF del Centro convocarán a la discusión colectiva del proyecto de Reglamento Interno autogestivo de nuestra cooperativa y de un Reglamento de Envío de Candidatos para posteriormente llevarlo a las Asambleas de la Unidades Productivas y de ahí a la Asamblea General de LF del Centro. Estamos convencidos de que con la participación democrática de todas y todos los SMEitas en resistencia saldremos adelante.
José Humberto Montes de Oca Luna.
Secretario del Exterior.
CDMX a 11 de octubre de 2018.
«La historia de la industria eléctrica está vinculada a la historia de nuestra Patria»

«La historia de la industria eléctrica está vinculada a la historia de nuestra Patria»

La industria eléctrica ha sido siempre el sistema circulatorio del organismo llamado México, porque a través de la electricidad se van a generar los procesos industriales, comerciales y culturales más importantes de nuestro país, sin electricidad es inconcebible el desarrollo de un país. Por eso decimos que la historia de la industria eléctrica está íntimamente vinculada con la de nuestra patria.

En sus inicios, la industria energética se encontraba toda en manos de una multiplicidad de empresas privadas. Va a ser en 1936-38 que Lázaro Cárdenas crea la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como un organismo regulador de las tarifas, pues las empresas privadas las elevaban indiscriminadamente. Las empresas privadas solo invierten donde les deja dividendos, no donde no van a tener un buen desarrollo y ganancia importante. Ellos van a invertir donde tengan recursos cuantiosos, es decir, en la gran industria y el comercio, que es donde está el negocio de la industria eléctrica. Nosotros somos prescindibles para ellos.

En 1960 a través de un decreto de Adolfo López Mateos, la nacionalización se otorga gracias a la lucha de los usuarios y de los sindicatos. ¿Qué hace la nacionalización? 1) Que todo el país, salvo Baja California, se encuentre articulado eléctricamente, de modo que, si en una zona fallara el suministro de electricidad, se puede alimentar desde otras regiones. 2) Tenemos la capacidad de llevar energía eléctrica a más del 98% de la población del país. 3) Tras formarse el Comité Unificador de Frecuencia, se modificaron en tiempo récord los motores de todo lo que requería electricidad para hacer la frecuencia a 60 ciclos, una proeza de los trabajadores e ingenieros de la industria eléctrica nacionalizada. Y con estos tres timbres de orgullo éramos una de las 5 empresas más importantes del planeta.

Todo esto ha dejado de existir a partir de la reforma energética. Ahora, si hay inversión, será por parte de las empresas privadas. Y a las empresas privadas lo que les nutre es el afán de lucro, de ganancia, ellos actúan e invierten donde puedan extraer grandes dividendos, no donde estén los pobres. El Estado entonces abandonó, abdicó de su responsabilidad constitucional para otorgar energía eléctrica al pueblo y a los trabajadores en general. Con esta reforma, aprobada por medio del Pacto por México, pero acordada por la gran burguesía, se le dejan al Estado las fases de la transmisión y a la distribución, que es donde se requiere mayor inversión, y las empresas privadas se quedan con la generación. Ya antes de la reforma prácticamente el 60% de la energía que se generaba y entregaba era de empresas españolas (Iberdrola y Unión Fenosa). Asistimos entonces a un continuo e insistente desmantelamiento de nuestra industria eléctrica. Ahora se ha desatado más, porque están sacando de circulación muchas plantas con periodo de vida útil de la CFE para que entren las empresas privadas. Cuando ellas llegan a México se establecen contratos concretos, obligatorios para el estado de compra de la electricidad que ellos generan.

Las consecuencias más inmediatas de esto son los altos cobros y la atención deficiente e inoportuna por parte de las empresas, pero es también el intento por desaparecer al Sindicato Mexicano de Electricistas, al darse cuenta el Estado de que somos un enemigo por vencer en el proceso de privatización de esta industria. Y a esto se agrega el “plan de modernización” que es blindar la red de distribución para evitar que el usuario se cuelgue. Al gobierno no le interesa si tienen dinero para pagar o no, si no tienen dinero no tienen luz.

¿Qué podemos hacer? No hay de otra más que la organización. Ese proceso lento y accidentado, pero necesario. No basta exigir la renacionalización, necesitamos otro país, otra dirigencia de este país. necesitamos ser los trabajadores gobierno, no tenemos por qué pedirle a nadie que gobierne a nombre nuestro, a nadie, llámese como se llame. Nadie nos vendrá a salvar si no somos nosotros mismos por medio de la organización, porque somos sólo nosotros quienes podemos emancipar a nuestra clase y a nuestro país. Hay que levantarnos y construir sobre esas ruinas algo nuevo.

 

*Este artículo son fragmentos de la intervención del compañero Pérez Vázquez, miembro de la Dirección Política de la OPT, en una reunión de la Asamblea Nacional de Usuarios de Energía Eléctrica (ANUEE)

La resistencia del SME siete años después

sme-cuarto-misael-valtierraLa noche del 10 de octubre de 2009 comenzaría uno de los capítulos más difíciles para la clase obrera mexicana y particularmente para el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) cuando, en completa ilegalidad y utilizando la fuerza pública, el gobierno de Felipe Calderón decidió echar a la calle a 44 mil trabajadores y 22 mil jubilados decretando la extinción de la Compañía Luz y Fuerza del Centro (LyFC). Dicha acción tenía varios objetivos, de entre los que podemos resaltar dos: servir de antesala para la entrega del sector energético y la desaparición de uno de los sindicatos más combativos del país.

Comenzaría entonces una larga y dura resistencia que finalmente sostendrían 16,599 electricistas dispuestos a enfrentarlo todo, en lo personal y en lo colectivo: El linchamiento mediático, la criminalización, el hostigamiento y la represión, la cárcel e incluso la muerte de varios de sus compañeros. Los trabajadores emprenderían las más variadas formas de lucha política, jurídica y social, desde asambleas, marchas, caravanas al interior del país, huelgas de hambre, etc., y, por supuesto recurriendo a la importante solidaridad de otros gremios y organizaciones nacionales e internacionales.  Dentro de esta resistencia, llama la atención la capacidad de gestar proyectos organizativos que sobrepasan con creces los límites de la lucha gremial: Desde la Asamblea Nacional de Usuarios de Energía Eléctrica (ANUEE), que partiendo del trabajo cotidiano con los usuarios, no sólo lograron ganarlos a su causa sino contribuir a la construcción de su propia organización, con exigencias propias, ofreciéndoles una serie de recursos materiales y humanos para desplegarla al punto de mantener actualmente la huelga de pagos hasta lograr una tarifa social justa, borrón y cuenta nueva, y que la electricidad sea efectivamente un derecho humano; pasando por la Nueva Central de Trabajadores (NCT), que se levanta como alternativa democrática e independiente a las grandes centrales corporativas y al servicio del gobierno; hasta la Organización Política del Pueblo y los Trabajadores (OPT), como herramienta para la lucha política del pueblo trabajador, bajo la perspectiva de disputar el poder y combatir de raíz el régimen autoritario y de explotación en el que vivimos. Estas iniciativas, inacabadas y en construcción, son parte de la creativa innovación de la resistencia smeita. Aunado a esto, a lo largo de estos años han mantenido su característica solidaridad con otras luchas, como la de los Yaquis en Sonora, los normalistas de Ayotzinapa, el EZLN o el propio magisterio nacional. Han ofrecido sus espacios de Insurgentes 98 y Antonio Caso 45 para innumerables foros, encuentros y actos políticos; han desdoblado sus fuerzas para movilizarse no únicamente por su demanda de reinstalación laboral y solución al conflicto, sino contra el conjunto de políticas antipopulares de los recientes gobiernos, como fue el caso de su participación durante el 2012 en las convenciones contra la imposición y las posteriores luchas contra la aprobación y aplicación de las reformas estructurales, en particular quisiéramos señalar el caso de la reforma energética debido a que existe un constante señalamiento respecto a una falsa actitud de respaldo o acompañamiento de la entrega de la industria eléctrica, cuando los electricistas del SME fueron de las pocas organizaciones en movilizarse y denunciar los efectos de dicha reforma.

Luego de que en enero de 2013 la SCJN demostrara una vez más su subordinación a los intereses de los grandes capitales, negando el triunfo que meses antes había sido otorgado por un tribunal de distrito, tuvo que reiniciarse una negociación política que partiendo de ceros finalmente arrancaría el acuerdo de reinserción laboral por medio de una cooperativa (49% de los trabajadores y 51% de Mota Engil, empresa portuguesa) y de la Generadora Fénix, que emplea a una parte de los trabajadores, manteniendo la existencia del sindicato y abriendo la posibilidad de disputar más adelante la titularidad de otros contratos colectivos del sector, así como de enriquecer el propio que, efectivamente, es muy disminuido a comparación del histórico CCT que les pertenecía.

Los compañeros del SME, sin embargo, hablan de esta solución al conflicto como un primer paso, una solución parcial. Coincidimos con ellos porque consideramos que la única forma de impedir que ellos mismos u otros gremios o sectores vivan golpes tan brutales como con el que pretendieron desaparecerlos hace siete años, es revirtiendo todo este proceso de despojo de las principales industrias, es frenando el arrebato de derechos laborales y desarrollando una clara política de clase que siente las bases para la unidad.

Siete años después del decreto, el país se encuentra en una de las peores crisis de derechos humanos y las y los trabajadores, jóvenes y sectores excluidos hemos presenciado la destrucción de conquistas sociales que en décadas pasadas fueron arrebatadas por medio de la lucha. Siete años después, el país es un hervidero de resistencias y reclamos, que sin embargo se mantienen desarticulados, aislados, a la defensiva y en su mayoría con una perspectiva de corto plazo. Siete años después, sin embargo, el SME nos demuestra que no hay golpes mortales si persiste la decisión de luchar, que no es nada sencillo enfrentar al aparato estatal y a los intereses empresariales, pero que las victorias se construyen con paciencia, y que a veces es necesario dar dos pasos atrás para seguir avanzando.

Desde la Organización Política del Pueblo y los Trabajadores, acompañaremos a los electricistas en su proceso, y combatiremos con ellos no sólo por mejores condiciones laborales, sino por la renacionalización de la industria energética y por ponerla en manos del pueblo trabajador, por la profunda transformación de nuestro país.